Santiago de Cuba Hora de reventar el mercado

En Santiago de Cuba hay que satisfacer al cliente. Este juego de Michael Rieneck presenta un mundo lleno de oportunidades para parejitas con visión comercial. Los barcos arriban a puerto pidiendo productos exóticos. ¿Listos para ser los comerciantes más influyentes de la ciudad?

La caja de Santiago de Cuba trae los siguientes componentes:
– Un tablero.
– Cuatro peones: Vienen en amarillo, azul, rojo y verde.
– Tres fichas de propiedad para cada jugador que se corresponden en color con los peones.
– Cuatro pantallas.
– 12 edificios.
– Nueve ciudadanos.
– 48 mercancías: ocho cañas de azúcar blancas, ocho cítricos naranjas, ocho tabacos verdes, ocho piezas rojas de ron, ocho puros negros, ocho comodines de madera.
– 60 fichas de puntos de victoria: diez unidades de uno, tres, cinco y diez puntos y 20 unidades de dos puntos.
– 36 pesos.
– Un coche.
– Un barco.
– Un contador de valor de mercancías azul.
– Cinco dados en los mismos colores que las cinco mercancías básicas exceptuando la madera.
La meta de los jugadores en Santiago de Cuba es acumular más puntos de victoria que sus rivales. Para ello han de cargar los barcos con sus mercancías en función de las presiones de los mercados, desplazarse en coche para visitar a sus proveedores y sacar tajada de los distintos edificios de la ciudad.
¡Llega la hora del montaje de Santiago de Cuba! Después de poner el tablero encima de la mesa se distribuyen aleatoriamente las piezas de edificio y ciudadano en los huecos reservados para este fin.
Luego, se aparca el coche en la estrella amarilla del puerto y se sitúa el primer navío en la casilla inicial del marcador de barcos. El contador de valor de mercancías azul va sobre la bandera señalada con el dos. A continuación, se separan las monedas, las mercancías y los puntos de victoria por tipo y valor. Por último, los jugadores reciben sus fichas de propiedad, su peón y su pantalla.


Los participantes de Santiago de Cuba cuentan al principio con tres pesos, dos puntos de victoria, una caña de azúcar, una ficha de tabaco y un cítrico. Las mercancías y las monedas de cada uno se esconden tras la pantalla y los puntos de victoria obtenidos van bocabajo.
Para determinar la demanda el que esté sentado a la derecha del jugador inicial lanza los cinco dados y pone cuatro de ellos en los espacios de barco. Imaginad que en el dado verde ha salido un dos, en el blanco un uno, en el naranja un cuatro y en el rojo y el negro un tres. Entonces se descartaría el dado blanco, por ejemplo, y la caña de azúcar no serviría esa ronda. Los barcos quieren cuatro cajas de cítricos, dos de tabaco y tres de puros y de ron.
Durante su turno los jugadores de Santiago de Cuba han de conducir el coche en función de las agujas del reloj para ir al puerto o a ver a algún ciudadano. Excepto el primer tramo de un recorrido todos los demás tienen un peaje de un peso. ¡Sería más saludable y barato ir andando pero qué se le va a hacer!
Y por supuesto, dependiendo del ciudadano con el que se entable amistad se gana dinero, mercancías o puntos de victoria. Un vendedor sin labia y sin amigos no es nadie. Después de las visitas de cortesía el peón tiene que moverse a algún edificio que se corresponda con el color de la flor del ciudadano que ha visitado.
Entonces, se realiza la acción del inmueble. Ir al banco, por ejemplo, permite coger dos pesos de la reserva inmediatamente. Es importante aclarar que no puede haber dos peones a la vez en un mismo edificio.
Cuando alguno de los jugadores va a los muelles se inicia una ronda de carga. Las cifras de los dados del muelle representan las unidades de cada mercancía que se pueden almacenar en un barco. La madera es un comodín pero sólo se puede meter una pieza en cada barco y ésta concede un solo punto de victoria.
Si por ejemplo un barco pidiese tres de ron y entre todos los jugadores sólo hubiese una pieza roja la demanda de este producto se quedaría en dos y se cambiaría la posición del dado para indicarlo. La ronda de carga termina cuando todos los dados están a cero y los barcos pueden zarpar. Las mercancías embarcadas vuelven a la reserva y otorgan puntos de victoria. La cantidad de puntos por unidad es de uno, dos o tres dependiendo del contador de valor.
También puede darse la circunstancia de que uno o varios jugadores pasen turno durante la ronda de carga porque no tengan las mercancías necesarias. Entonces una vez que se ha dado una vuelta completa se reanuda el juego con normalidad

.
La partida de Santiago de Cuba finaliza cuando el séptimo barco ha abandonado el puerto. Entonces cada jugador obtiene un punto por cada tres mercancías de su reserva y se hace el recuento. En caso de empate gana la persona a la que le hayan sobrado más productos.
Santiago de Cuba es un juego dinámico en el que no hay lugar para el aburrimiento. Además, la especulación inmobiliaria y el contrabando están a la orden del día así que más vale elaborar un plan para abastecer los barcos. ¡Emprendedores es vuestra ocasión de acumular beneficios!

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